12/07/2012 – Bajo una cuerda de tender penden una decena de bragas rojas, azules, naranjas o amarillas. Su colorido contrasta con el luto que portan las tres mujeres que aparecen en la escena cuando se baja el telón. Son las protagonistas de ‘Dialy’, una creación marroquí de la joven Maha Sano a partir de los ‘Monólogos de la Vagina’ de Eve Ensler.
Sano ha trabajado durante dos años con el equipo de Teatro Aquarium, de Rabat, en esta catarsis que pretende reconciliar a la mujer marroquí con su intimidad. “Me pertenece, es mío”, grita con desesperación la actriz Nouria Benbrahim al principio de la pieza, cuya primera lectura se presentó hace unas semanas en la capital marroquí.
“¿Cómo llamamos en Marruecos al órgano sexual femenino?”, ese fue el punto de partida, señala Sano. En dariya, sigue, no existe el término médico de vagina y para nombrarla echan mano de ‘faraj’, del árabe clásico.
Benbrahim continúa gritando nombres para designarla, pero ninguno significa literalmente vagina. La vagina es tabú. Y cuando grita, lo hace en dariya (dialecto marroquí), de forma que todos la entiendan.
La obra se sustenta en los testimonios que vomitaron entre risas y lágrimas decenas y decenas de mujeres en los talleres ‘Expresión femenina’ del Teatro Aquarium de Rabat durante siete meses.

Críticas por ‘laicas’ y ‘sionistas’

 

La fundadora de esta compañía, Naima Zitane, explica que ‘Dialy’ significa ‘mío’ en dariya. Y es lo que reclaman en el escenario Nouria Benbrahim, Farida Bouazzaoui y Amal Ben Haddou, las tres actrices que han osado representar en público y en su lengua materna el rol de la mujer –y su sexualidad- en la sociedad marroquí.
“En nuestra cultura”, prosigue Zitane, “se conmina a las niñas a proteger bien su vagina porque algún día pertenecerá a un hombre”. Y con ‘Dialy’, la meta es expresar que esa parte del cuerpo pertenece a la mujer, “que puede darlo y tocarlo cuando desee”.
Naima Oulmakki, relaciones públicas de Aquarium, recuerda que no es la primera vez que la compañía centra su trabajo en temas femeninos. “Hemos hecho piezas también sobre las ‘petites bonnes’ (niñas empleadas del hogar) o la desigualdad en los derechos económicos de las mujeres”, argumenta ante las críticas que les han llovido desde algunos medios de comunicación y foros marroquíes. Las han acusado de laicas o de sionistas. Y han pedido incluso que a Zitane se le retire la nacionalidad marroquí.
Para recabar los testimonios de las mujeres se realizaron varios talleres con científicas, universitarias, o amas de casa, de diferentes edades y clases sociales. Rajae Rouijil, miembro también de Aquarium, reconoce que al principio había cierto temor porque el sujeto a tratar es tabú.
“Hubo testimonios muy dolorosos; de violaciones conyugales y también de mujeres solteras”. En el caso de las últimas, sigue Rouijil, significa el repudio por parte de la familia y la sociedad.

Falta de educación sexual

Parte de muchos de los problemas, considera Sano, es la falta de educación sexual. “Durante los talleres una mujer contó que cuando tuvo la regla, a los nueve años, corrió a curarse con yodo porque no sabía qué era la menstruación”. Para Zitane, Marruecos es un país “hipócrita”. Los adolescentes, cuenta, «salen por las noches, se besan o ligan en la playa», pero siguen prohibiéndose las relaciones extramaritales, penadas con entre uno y doce meses de cárcel (artículo 490 del Código Penal).

La causa de la opresión a la mujer, opina Sano, es la ignorancia. “Un 60 por ciento de marroquíes es analfabeto, y la mayoría son mujeres, que son las que educan a los niños”. Zitane discrepa: “Si hay tanto analfabetismo es porque el sistema desea que así sea; estamos ante una sociedad patriarcal e incluso las mujeres instruidas reproducen los mismos papeles”.

Por el momento han puesto en escena ya una lectura de 30 minutos en el Instituto Francés de Rabat y la sede de su teatro, en el barrio popular de Akkari. Se dan un tiempo para terminar de apuntalar la obra y seguir derribando tabúes en otros escenarios, dentro y fuera de la sala de los teatros.
El Mundo