28/11/2012 – La obra de teatro “Dialy” (es mía), inspirada libremente en los “Monólogos de la Vagina”, de Eve Ensler, aborda sin tapujos y en la lengua dialectal el tema tabú de la sexualidad femenina en Marruecos y lanza al público un mensaje: el cuerpo de la mujer es suyo, le pertenece.
“TA-BÚN (VA-GI-NA)”, exclama a gritos una de las tres actrices, vestidas de negro y en un escenario cuyo único decorado es un tenderete con unas bragas colgadas, mientras el público responde con una oleada de risas al escuchar una palabra impronunciable por lo vulgar que resulta en la sociedad marroquí.
“Dialy”, escrita por la guionista Maha Sano, es el fruto de un arduo y delicado trabajo basado en los testimonios de 150 mujeres que durante meses relataron en unos talleres sus vivencias a la autora del guión y a los miembros del Teatro Aquarium.
Por ello, los personajes no se presentan con nombre propio, porque las actrices representan a distintas personas y se van alternando unas con otras a medida que el texto avanza.
“La virginidad, muy importante en Marruecos, es uno de los temas claves en la obra”, afirma Sano, quien para ilustrarlo recuerda una de las escenas de la pieza teatral en la que un hombre desvirga en la noche de bodas a su esposa, mientras su hermana golpea sin descanso a la puerta y le pregunta: “¿Es o no es virgen?”.
O el momento, en el que una de las actrices representa a un hombre que aparece triunfal con una braga manchada de sangre y exclama “¡No es jugo de remolacha!. Mirad vecinos, el marido no ha mentido. La mujer ha honrado a su padre”.
Al comienzo de la representación, Sano pide al público abstenerse de sacar fotografías y vídeos por “un tema de copyright, pero también para proteger a las actrices”, ya que, dice, “ha habido muchos insultos y palabras violentas en los comentarios de los artículos que se han escrito sobre la pieza”, de la que ya se presentó una primera parte en junio.
Y es que “Dialy” no tiene reparos en ridiculizar situaciones como la de una mujer en el pasillo de un hospital esperando a dar a luz, mientras su marido le dice,”Hazme una llamada perdida cuando termines”, o a la joven que pide “Un poco de algodón y ‘betadine'” porque tiene la menstruación y desconoce lo que es.
Toda clase de violaciones -conyugal, de menores o grupal- son relatadas explícitamente por las actrices, siempre en contraposición con la virginidad: una mujer es sodomizada, y su familia considera que debe dar gracias a Dios “porque sigue siendo virgen”.
Pero a pesar de la crudeza de los temas y sin caer en la frivolidad, durante los cerca de 50 minutos que dura la obra, las actrices consiguen, a través de la parodia de canciones tradicionales y en una constante clave de humor e ironía, desvelar de forma natural el sufrimiento de la mujer marroquí y su relación con su propia sexualidad.
“Es mi feminidad, soy mujer y está (la vagina) pegada a mí. Es mía y viene conmigo allá donde voy. Al mercado, a la escuela, al ‘hamám’ (baño árabe), incluso a la mezquita”, concluye “Dialy”, que ayer consiguió levantar del asiento a la totalidad del público y hoy proseguirá su andadura en la ciudad de Kenitra.
(Agencia EFE)